Un deporte tan seguido en España como el fútbol puede ser la imagen de la juventud de hoy. Tanto los jugadores como el público son fiel reflejo de la realidad. No los califico porque yo soy esa persona que se encuentra en medio del campo vestido de un color distinto al resto y tiene que tomar decisiones que no agradan a nadie. Decisiones medidas por multitud de jóvenes con diversas opiniones. O será que carecen de opinión y siguen lo que dicen los demás.
En mis experiencias por los campos de fútbol, los jugadores no respetan las decisiones de la autoridad, hacen malos gestos a sus entrenadores y a los espectadores e incluso intentan lesionar a los rivales; en vez de disfrutar y afrontar los partidos con la seriedad oportuna. Muchos de estos jóvenes jugadores dan la razón a los abuelos que dicen que la juventud es ingenua, irresponsable e inmadura. Esto, a mi modo de ver, refleja que muchos todavía no hemos dejado de considerarnos niños. No somos conscientes de que nuestra vida es un camino de rosas que cultivan nuestros padres con esfuerzo y dedicación. Tal vez esto sorprenda, porque hablamos de gente entre los 15 y 25 años que ya debería empezar a desarrollar las destrezas de personas maduras y no encapricharse con retrasar su aparición.
La falta de sentido crítico, de opinión propia, de capacidad para adquirir compromisos, iniciativa, cultura, solidaridad y otros valores son algunas de las tantas de las carencias de las que se acusa a los jóvenes de hoy. Pienso que destaca sobre las demás el miedo propio de sus edades y sus inseguridades. ¿Miedo a qué? Al rechazo, a perder un partido, a la palabra friki, a la soledad, al desprecio, a fallar un gol, al ridículo. Desde mi punto de vista tenemos miedo a reafirmarnos, a forjar nuestra personalidad y a pitar ese penalti en el último minuto a sabiendas de que no le va a gustar a la gente. Y luego llegar a casa y decir: “casi no salgo del campo, pero hice lo que creí correcto en ese momento”. Siendo así que como joven me cuestiono dos cosas: ¿Por qué a la juventud le faltan esas aptitudes? ¿Realmente toda la juventud es tan mediocre?

Sin embargo, siempre olvidamos a esos jugadores que son un ejemplo por su esfuerzo, dedicación, constancia, saber estar y actuar en cada momento y muchas otras virtudes. Jugadores que se identifican con un alto porcentaje de jóvenes que luchan por tener un gran futuro. Para ello se forman en universidades, adquieren múltiples habilidades realizando cursos, se introducen en el mundo laboral, algunos incluso son emprendedores, publican blogs, y muchas otras actividades. Volviendo al fútbol, las virtudes mencionadas se ven en aquellos jugadores que te respetan, que luchan los balones y se esfuerzan día a día para mejorar. Y cuando pasa un año, vuelves al mismo campo y no les ves. Y al preguntar te responden: "lo ha fichado un equipo grande”. Por tanto, un amplio sector, habitualmente no mencionado de la juventud, madura y crece de acuerdo con lo que la sociedad espera de ellos. Así cumplen lo que es “ley de vida”: Cada uno en la sociedad tiene su papel y si lo escribe correctamente obtendrá sus frutos.
