El sábado, leyendo el Diario de Navarra, encontré una noticia cuyo titular era “Opositores frustrados”. Explicaba como 12000 opositores que llevaban unos 6 meses estudiando y un gasto de aproximadamente 600 euros por persona, presencian atónitos la supresión de las plazas ofrecidas por el Gobierno de Navarra. Esta situación me hace reflexionar sobre la clase política que toma decisiones en nuestro país y en como eso afecta a nuestras vidas. Gráficamente la política en España es como un teatro, donde encontramos el escenario, el autor de la obra y las personas que representan la obra.
El escenario son las normas básicas de convivencia destinadas a garantizar una coexistencia humana pacífica. Estas responden a exigencias propias del hombre, de su naturaleza y modo de ser de tal manera que garantizan unos mínimos que todos debemos cumplir si queremos vivir en sociedad pues como dijo Hobbes “Homo homini lupus est”. En toda sociedad son necesarias esas normas dado que tal y como muestran las noticias, en aquellos países, como Libia, Túnez y muchos otros en los que no existen una normas de convivencia que responden al modo de ser del hombre las consecuencias son catastróficas (guerras, injusticia, hambre, torturas etc...).

En tercer lugar, aquellos que representan la obra a los que podemos llamar actores o marionetas. Me parece que marionetas es el término perfecto para referirse a los ciudadanos de a pie lo cual se demuestra atendiendo a la experiencia vital de cada uno. Primero, actuamos como ellos pretenden que lo hagamos: vamos a la escuela los años que establecen, trabajamos de sol a sol para poder vivir dignamente y pagar sus caprichos, acatamos sus decisiones políticas, pensamos de manera uniforme y sin profundidad. En el fondo somos robots con una vida monótona sin salirse del guión establecido por el autor de la obra y que no pueden decir: “lo hago porque quiero, como quiero y donde quiero”. En segundo lugar, vivimos en el mundo de la desinformación, sabemos lo que los gobernantes quieren que conozcamos. Este verano estando en Burgos conocí a un tipo un tanto peculiar, un teórico de la conspiración que mantenía con serios argumentos que gran parte de la información del siglo XX la desconocemos, incluso me dio un pdf que contenía un libro cuyo título es “Tragedy and Hope”, que recoge gran parte de la información nunca conocida a la que el autor, Carroll Quigley, pudo acceder a través de los archivos de la familia Rothschild. Además, al darnos la información que ellos quieren y que nosotros esperamos, por estar educados para ello, no damos la importancia adecuada a los datos que recibimos sobre las consecuencias de nuestros actos. Actos realizados porque es lo que toca en ese momento. Claro ejemplo, lo encontramos en el documental “Comprar tirar, comprar tirar”, en el que se muestra una de las muchas consecuencias que nuestro consumismo tiene para el medio ambiente. Y la reacción de muchos de mis amigos es decir: “bueno, es un problema que hay pero ya se solucionará”. En tercer lugar, podemos ver que muchas personas reaccionan y no se resignan a ser marionetas de la sociedad. Esto se pudo ver en la huelga de controladores aéreos ocurrida en nuestro país. Pero, ante estas situaciones, se opta por darles la razón como a los tontos y mofarse de esas personas que reivindican su personalidad, hacerles callar mediante el uso de la fuerza tal y como ocurrió con los controladores o instrumentalizar sus pensamientos añadiéndolos a su discurso político tal y como se hace en la película “El último voto”.
Por tanto debemos preguntarnos si somos marionetas o actores. En la medida en que nos limitemos a vivir la vida que se nos da seremos marionetas sin vida alguna. Si decidimos improvisar en nuestra obra de teatro y dejar de ser el pinocho de madera para convertirnos en ese niño de carne y hueso seremos actores. Actores de esa obra que es nuestra propia vida y en la que tenemos que ser por protagonistas principales y dejar que el autor pase a un segundo plano por haber establecido el camino sobre el que nosotros pondremos los medios para caminar hacia esa vida conforme a la libertad con la que se nos ha creado.